Tu corazón de motero ha de ser libre
como el potro indomable que rueda optimista
las carreteras sinuosas de tu pensamiento...
La distancia que hoy cruje y se agiganta
como hiedra de hielo en tu refugio austral
y asfixia las paredes de tus templos internos,
mañana cubrirás metro a metro.
No más poemas grises, ni renuncias,
ni tristeza o temor que robustezcan
las enjutas mejillas de la muerte
que una vez invocaste atormentado.
No más espejos del pasado que ahoguen
la corruptible fragilidad del espíritu
inmerso en las aguas de la soledad.
¡Tú eres un luchador, hermano mío!
y todo el que batalla como tú,
tiene ya el privilegio de la Felicidad.
¡Ah… el vino embriagante del rodar!
¡Ah… el pan amasado con sudor!
No importa cuánto tarde en llegar,
aquella moto a la que una vez renunciaste,
sino reconocerla, darle la bienvenida,
mimarla, cautivarla, o acaso seducirla.
La montarás, y sentirás entre las piernas
el ronroneo de su motor indomable.
Filigranas de fe, y volver de la arcilla
reseca que ayer fuiste,
a ser la greda mansa
del hombre que hoy a vuelto
como un niño
con zapatos nuevos.
Mañana cantará tu silencio a dos voces
y lo que ayer fue sólo dolor e incertidumbre,
será el fruto exquisito de la perseverancia...
¡Vuelve a soñar, motero!
Silice (junio 2012)
I
Cuando me mimetizo en tí,
un silencio de hierro me recibe.
Detrás de mí la puerta negra
la casa negra, la noche negra,
del hastío cotidiano
a cuatro ruedas.
Es la hora irreal, es la luz irreal,
y ese rugido, ese sonido único,
que te inunda al arrancar.
Música violenta y caliente
que deja percibir
crujidos intermitentes...
resonando.
Un mantra originario
resquebraja la tarde.
II
Ahora te observo,
en tu depósito mi nombre
con la media tarde reluce
reconcentrado...
Las manos buscan
el manillar, el embrague,
Los pies las marchas.
El ritmo es regular.
El sol se refleja en los cromados,
y el aire deja de estar quieto
y aterciopelado...
Mi izquierda aplasta el embrague,
y escucho el gemido,
el click de la primera,
y el golpe circular
que no se detiene.
III
Los músculos se tensionan levemente
al sentir como el aire aumenta,
y en la quinta con más fuerza.
El sol en los poros,
el cuerpo bien acoplado
sobre el asiento bordado
con la cruz roja y negra.
La meta lejos lejísimo
tan lejos que es casi hiriente.
La cara al sol, al ardor
del sol que enciende mi pelo
Y mi alma se torna nube
que deprende rayos
y agua arrancada
de ese mar lejano.
Agua que corre hasta
los dragones de tu grupa,
del cáliz que ellos con su fuego
atesoran.
El final de mi aventura.
Silice (Mayo de 2012)
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Arranca por las mañanas la moto
y es rodar su "disfrute" favorito;
de la rueda y el ruido hace su rito.
De la belleza y líneas es devoto.
De montura metálica es piloto
y así rueda, reviviendo el mito,
sin necesidad de ser en circuito
donde escupe su escape el alboroto.
La calzada es asfáltico tapete
donde vive su vida cada día
con su moto por mítico juguete.
Esclavo de febril motolatría,
en su cuerpo mil guerras acomete
y en su alma, la paz y la armonía
Silice (Diciembre 2011)
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Una Harley Davidson no es solo una motocicleta.
Es un respetado icono, que ha cumplido mas de 100 años,
una escultura rodante,
un club,
un grupo de apoyo,
una fantasia,
una ruidosa declaracion de independencia,
una forma de vida,
y para algunos, una obsesion.
Una Harley se escucha como una combinacion de sonido, tan identificable y memorable, como lo es una voz de un ser humano.
Una Harley no es para conducirla con rapidez, pero con su diseño es una delicia conducirla con cariño y poder ver su reflejo en el asfalto.
Las Harley poseen todas las piezas con tanta ingenieria, que las hacen parecer inmortales e indestructibles. La enorme musica de la Harley le da una sensacion de provocar al conductor ha poseerla.
La Harley Davidson representa una sociedad que adora el motor, que conducirla representa su máxima expresion, la libertad de ir a cualquier lado, de escapar a donde se quiera, aún con el viento, a favor o en contra, nada la detiene, y un motor que ruge con la compañia de un gran grupo que te respalda llamado
Becky (Prensa Metal Links)
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Llegó el silencio y llegó la ausencia.
Llegó con cuatro sílabas podridas,
cuatro sabores resumidos en uno solo:
"Soledad".
Su moto agonizaba a cal y canto.
Supo entonces que la derrota
rondaba la antesala de su espíritu
y le nombraba a gritos.
El rugido del motor
retumbaba en sus oídos,
y las siete letras de su nombre
se clavaron en su espalda:
"Soledad".
No era un héroe.
Quemó sus naves.
Escribió en el depósito su nombre,
un par de sueños y tres oraciones.
Pensó que este modo la cosa.......
tendría efectos casi paranormales.
Pensó que ver su nombre
y sus sueños acelarar,
como una ofrenda original,
a la Diosa Fortuna,
serviría para cambiar su suerte.
Decidió clavar sus ojos en la lejanía,
decidió dejarse violar por el viento,
decidió disfrutar de su última libertad.
Decidió estrellar sus sueños y su soledad.
Llegó el silencio y llegó la ausencia.
Sílice (Noviembre de 2011)
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2012-06-17 19:35:50 +0200 ·
2012-06-17 22:24:52 +0200 ·
2012-06-18 07:29:30 +0200 ·
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