Llegó el silencio y llegó la ausencia.
Llegó con cuatro sílabas podridas,
cuatro sabores resumidos en uno solo:
"Soledad".
Su moto agonizaba a cal y canto.
Supo entonces que la derrota
rondaba la antesala de su espíritu
y le nombraba a gritos.
El rugido del motor
retumbaba en sus oídos,
y las siete letras de su nombre
se clavaron en su espalda:
"Soledad".
No era un héroe.
Quemó sus naves.
Escribió en el depósito su nombre,
un par de sueños y tres oraciones.
Pensó que este modo la cosa.......
tendría efectos casi paranormales.
Pensó que ver su nombre
y sus sueños acelarar,
como una ofrenda original,
a la Diosa Fortuna,
serviría para cambiar su suerte.
Decidió clavar sus ojos en la lejanía,
decidió dejarse violar por el viento,
decidió disfrutar de su última libertad.
Decidió estrellar sus sueños y su soledad.
Llegó el silencio y llegó la ausencia.
Sílice (Noviembre de 2011)
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